¿Queréis tener mofletes más marcados? Así funciona el aumento de pómulos
Este tipo de tratamiento se puede hacer de distintas maneras. La opción más común son los rellenos dérmicos, generalmente con ácido hialurónico o hidroxiapatita cálcica. Lo bueno es que no requieren cirugía, se aplican en la consulta y el resultado se nota al instante. Eso sí, no son permanentes: suelen durar entre 9 meses y un año y medio, según el producto y el organismo de cada persona.
Otra alternativa es el lipofilling, que consiste en usar tu propia grasa. El médico la extrae de otra parte del cuerpo y la inyecta en los pómulos. Es un poco más invasivo, pero los resultados pueden durar muchos años y la sensación al tacto es súper natural, porque es tejido del mismo cuerpo.
Para quienes buscan algo definitivo, están los implantes de pómulos. Se colocan a través de una cirugía ambulatoria y el efecto es permanente. Obviamente implica más cuidados en el postoperatorio, con inflamación y un tiempo de recuperación más largo, pero el cambio es notorio y estable.
En cualquiera de los casos, lo más importante es ponerse en manos de un profesional serio, porque además de la técnica, cuenta mucho la evaluación estética previa: no todos los rostros necesitan el mismo volumen ni el mismo tipo de procedimiento. Y ojo, porque la clave está en conseguir un efecto natural, que te rejuvenezca pero sin que se note que está "retocado".
Si estás pensando en sumar más definición a tus mejillas, acuérdate de que además de elegir bien la técnica, también influye cómo cuidas tu piel después: hidratarla, protegerla del sol y seguir los controles que te indique el especialista marcan toda la diferencia en cuánto duran y cómo se ven los resultados.